lunes, 26 de noviembre de 2012

El lápiz de María: Preciosa reflexión


Estaba Jesús mirando cómo, María, escribía una carta. Movido por la curiosidad, le preguntó a su madre:

-¿María; qué estás escribiendo? ¿Tal vez algo sobre los dos? ¿Pensamientos sobre Dios o sobre mí?

La Virgen dejó de escribir, sonrió, cogió en su regazo a Jesús y le contestó:
-Estoy escribiendo sobre ti, sobre José, sobre Dios, sobre el mundo y hasta de mí misma. Sin embargo, más importante que las letras, es el lápiz que estoy utilizando. Me gustaría que, el cristiano, fuese como él en distintos momentos de la vida.


Jesús miró al lápiz intrigado, y no vio nada de especial en él, y preguntó de nuevo a María:
-¿Qué tiene de especial ese lápiz?

María le respondió:
-Todo depende del modo con que mires las cosas. Hay en él cinco cualidades que, si consigue el cristiano mantenerlas, harán siempre de ellos personas con paz en el mundo.


Primera cualidad
Puedes hacer grandes cosas, pero no olvides nunca que existe una mano que guía tus  pasos. A esta mano, yo, la llamo Dios.
 Él siempre te conducirá en dirección a su voluntad.
Doy gracias a Dios, porque fui escogida por Él, pero –sobre todo-
 porque me dejé guiar por su certera mano.


Segunda cualidad
De vez en cuando necesitas dejar lo que estás escribiendo y utilizar el sacapuntas. Ello hace que el lápiz sufra un poco,
pero al final, estará más afilado.
Por lo tanto, hay que ser capaces de soportar.
Los dolores, a uno, le hacen situarse en la vida y hasta madurar.
Engrandezco a Dios porque, a pesar de las dificultades,
nunca me eché atrás.
 Fui afinada con el sacapuntas del Espíritu Santo.
  
Tercera cualidad
El lápiz siempre permite que usemos una goma para
 borrar lo que está mal. 
Corregir algo que hemos hecho no es necesariamente algo malo, sino algo importante y necesario para
mantenernos en el camino de la justicia.
Dios no quiso que, como sierva suya,  conociese el pecado. Gracias a eso, y a la inspiración de Dios, en mi ser Inmaculada pisé la serpiente del mal.


Cuarta cualidad

Lo que realmente importa en el lápiz no es la madera
ni su forma exterior,
 sino el grafito que hay dentro.
 Por lo tanto, cuidemos siempre lo que sucede en nuestro interior.
Tal vez, a Dios, eso dicen de mí…se interesó por la belleza interior de mi corazón. Ojala sepáis cuidar, valorar y gustar lo que yo reservé para Dios y lo que Dios descubrió en mis entrañas: la riqueza espiritual.



Quinta cualidad
El lápiz siempre deja una marca. De la misma manera, habéis de saber que todo lo que hagáis en la vida, dejará trazos. Por eso intentad ser conscientes de cada acción.

Su figura y su presencia, en nuestros pueblos y ciudades, en nuestra vida cristiana, eclesial y hasta en el nombre, que miles de personas llevan, sigue dejando una huella imborrable que, ni el viento secularizador, ha logrado eclipsar: su sencillez, su obediencia, su sí, su ternura,  su fe, su esperanza, su amor y su calor de Madre.

¿Qué tal si comenzamos a utilizar el lápiz de María Inmaculada ?



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