lunes, 25 de febrero de 2013

El Sol y el Viento


El sol y el viento discutían para ver quién era el más fuerte.
El viento bravucón decía:
-¿Ves aquel anciano envuelto en una capa? Te apuesto a que le quitaré la capa más rápido que tú.

El sol se ocultó tras una nube y el viento comenzó a soplar cada vez con más fuerza, hasta convertirse casi en un huracán, pero cuanto más soplaba, con más fuerza se agarraba el anciano a su capa.
Por fin el viento se calmó y se dio por vencido.

Entonces el sol que permanecía detrás de la nube, se asomó con una cálida sonrisa reconfortando al anciano, y no pasó mucho tiempo hasta que el anciano acalorado por la continua caricia del sol se quitó la capa.
El sol demostró así al viento, que la suavidad y la ternura del amor de los abrazos son más poderosos que la furia y la fuerza.
 
L. TOLSTOI
 
¡Gracias María del Valle y Ana por compartir con nosotros esta preciosa reflexión! Para vosotras:
 

La hormiga y el escarabajo

 
 
Las obligaciones asumidas constituyen lo que Dios espera de ti, porque son la expresión concreta de su voluntad. Son esas exigencias de la vida familiar, de tu trabajo o profesión, de las relaciones humanas que te envuelven. La paz y la felicidad no surgen de algunas grandes y espectaculares actuaciones, sino del cumplimiento de los deberes de cada día.
 
Llegado el verano, una hormiga que rondaba por el campo recogía los granos de trigo y cebada, guardándolos para alimentarse durante el invierno. La vio un escarabajo y se asombró de verla tan ocupada en una época en que todos los animales, descuidando sus trabajos, se abandonan a la buena vida. Nada respondió la hormiga por el momento; pero más tarde, cuando llegó el invierno y la lluvia deshacía las boñigas, el escarabajo hambriento fue a pedirle a la hormiga una limosna de comida. Entonces sí respondió la hormiga: —Mira escarabajo, si hubieras trabajado en la época en que yo lo hacía y tú te burlabas de mí, ahora no te faltaría el alimento. (Esopo).
 
Aprecia la virtud de la laboriosidad. Laboriosa es la persona que ama el trabajo y trata de hacerlo bien. La laboriosidad lleva consigo la decisión de aprovechar el tiempo, de concentrarte en el trabajo y de no abandonar actividades a medio hacer. Haz hoy tu trabajo con entusiasmo, de buena gana, con empeño, y así crecerás en esta virtud con traje de faena.
 
Padre Natalio

Lo bello de la vida


Un anciano que pasaba los días sentado en un banco de la plaza que estaba a la entrada del pueblo, era muy querido por sus vecinos y siempre contestaba con mucha sabiduría a cualquier pregunta que le hicieran.

Un día, un joven se le acercó y le preguntó:
–Hola, señor, acabo de llegar a este pueblo, ¿Me puede decir, cómo es la gente de este lugar?

–Hola hijo, ¿De dónde vienes? Preguntó el anciano.

–De un pueblo muy lejano.

–Dime, ¿Cómo es la gente allí?

–Son egoístas, envidiosos, malvados, estafadores… por eso me fui de aquel lugar en busca de mejores vecinos.

–Lamento decírtelo, querido amigo, pero los habitantes de aquí son iguales a los de tu ciudad.

El joven, lo saludó y siguió viaje.
Al siguiente día pasó otro joven, que acercándose al anciano, le hizo la misma pregunta:
–Acabo de llegar a este lugar, ¿Me podría decir cómo son los habitantes de esta ciudad?

–¿Cómo es la gente de la ciudad de dónde vienes?

–Ellos son buenos, generosos, hospitalarios, honestos, trabajadores… tenía tantos amigos, que me ha costado mucho separarme de ellos.

–Los habitantes de esta localidad también son así. Respondió el anciano.

–Gracias por su ayuda, me quedaré a vivir con ustedes.
 
Un hombre que también pasaba muchas horas en la misma plaza, no pudo evitar escuchar las dos conversaciones y cuando el segundo joven se fue, se acercó al anciano y le preguntó:
–¿Cómo puedes dar dos respuestas completamente diferentes si los dos jóvenes te hicieron la misma pregunta?

–En realidad todo está en nosotros mismos. Quien no ha encontrado nada bueno en su pasado, tampoco lo encontrará aquí. En cambio, aquellas personas que tenían amigos en su ciudad de origen, también los encontrarán aquí, porque las personas reciben aquello que ellas mismas están dispuestas a dar a los demás.


«Todo lo bueno y lo bello de la vida que necesitas,
lo llevas dentro de ti.
Tú simplemente déjalo salir,
compártelo con los demás
y cuando menos te lo esperes
regresará a tu vida»

separateur

www.reflexionesparaelalma.net

sábado, 16 de febrero de 2013

El papel arrugado


 


Mi carácter impulsivo, me hacía reventar en cólera a la menor provocación. La mayor parte de las veces, después de uno de estos incidentes, me sentía avergonzado y me esforzaba por consolar a quien había dañado.

Un día mi consejero, quien me vio dando excusas después de una explosión de ira, me entregó un papel liso.
Y entonces me dijo: Estrújalo. Asombrado, obedecí e hice una bola con el papel.



Luego me dijo:

Ahora déjalo como estaba antes. Por supuesto que no pude dejarlo como estaba.
Por más que traté, el papel quedó lleno de arrugas.

Entonces mi consejero habló:

“El corazón de las personas es como ese papel. La impresión que dejas en ese corazón que lastimaste, será tan difícil de borrar como esas arrugas en el papel. Aunque intentemos enmendar el error, ya estará marcado”.
 

Por impulso no nos controlamos y sin pensar arrojamos palabras llenas de odio y rencor, y luego, cuando pensamos en ello, nos arrepentimos.

Pero no podemos dar marcha atrás, no podemos borrar lo que quedó grabado. Y lo más triste es que dejamos “arrugas” en muchos corazones.

Desde hoy, sé más compresivo y más paciente, pero en especial aprende a dejar el orgullo a un lado y haz como haría un valiente, pide perdón y reconoce tu error.

Proverbios 12:18 “Las palabras desconsideradas hieren como una espada, la palabra de un sabio será el remedio".

Proverbios 19:11 “Un hombre inteligente domina su enojo; al no hacerle caso a la ofensa se agranda”.

Proverbios 15:1 “Una respuesta amable calma la furia, una palabra hiriente hace que aumente la cólera”.

Proverbios 10:14 “Los sabios atesoran el saber, la boca del tonto derrama la desgracia".


viernes, 15 de febrero de 2013

Personas Fenomenales - Reflexiones

 
Maya Angelou fue entrevistada en su 70º cumpleaños. Le preguntaron sobre qué pensaba de envejecer. Y allí, delante de cámaras, dijo que era "emocionante".

La audiencia rió tanto que lloró.
¡Ella es una simple y honesta mujer, con tanta sabiduría en sus  palabras!
 
Maya Angelou dijo esto:
"Aprendí que no importe lo que pase, o cuán malo puede parecer el día de hoy, la vida continúa, y mañana será mejor."
 
"Aprendí que se puede decir mucho sobre una persona a partir de  la manera en que maneja estas tres situaciones:
  • un día lluvioso,
  • equipaje perdido,
  • y luces navideñas enredadas.
 
"Aprendí que sin importar la relación que tengas con tus padres, los extrañarás cuando ya no estén en tu vida"
 
"Aprendí que "algo de que vivir" no es lo mismo que  "vivir".
 
"Aprendí que a veces la vida te da segundas oportunidades"
 
"Aprendí que no hay que ir por la vida con guantes de béisbol en ambas manos, tienes que aprender a tirar algunas cosas"
 
"Aprendí que cuando decido algo con un corazón abierto, casi  siempre tomo la decisión correcta"
 
"Aprendí que incluso cuando siento molestias, yo no  tengo que  ser una"
 
"Aprendí que todos los días deberías acercarte y tocar a  alguien. La gente ama un cálido abrazo, o simplemente una palmada amistosa en la espalda"
 
"Aprendí que aún tengo mucho por aprender"
 
"Aprendí que las personas olvidarán lo que dijiste, olvidarán lo  que hiciste, pero las personas nunca olvidarán cómo las hiciste  sentir"
 
"Los amigos son ángeles que nos llevan en sus brazos cuando nos olvidamos de volar"
 
Gracias, María del Valle, para ti:
 

lunes, 11 de febrero de 2013

Nuestras Máscaras: Reflexión

 
Cuenta una leyenda que, cierto día, la Hermosura y la Fealdad se juntaron a la orilla del mar. Hacía mucho calor y, viendo el agua, ambas decidieron darse un chapuzón en el mar.
 
Así pues, sin pensárselo dos veces, se despojaron de la ropa y se sumergieron en las frescas aguas del mar. Pasado un rato, la Fealdad salió de la playa y, sin darse cuenta, se colocó la ropa de la Hermosura y, acto seguido, siguió su camino. 
 
Al cabo de un tiempo también la Hermosura salió del agua pero, para su sorpresa, no pudo encontrar su ropa. Era muy tímida y, como no se atrevía a caminar desnuda, se colocó la ropa de la Fealdad. Tras hacerlo continuó también su camino.
 
Y cuentan que, desde aquel momento, los seres humanos las confunden y mezclan con relativa facilidad.
 
No obstante hay personas que han conseguido contemplar la cara de la Hermosura, han conseguido reconocerla sin importar los ropajes que lleva puestos. Y, de igual forma, también han sido capaces de reconocer la cara de la Fealdad sin dejar que el tejido se la esconda de sus ojos. 
 
 
 KAHLIL GIBRÁN

jueves, 7 de febrero de 2013

Levanta el ánimo

  
  
Si eres amable,
        las personas pueden acusarte de egoísta e interesado...
Aún así sé gentil.
 
Si eres un triunfador,
tendrás algunos falsos amigos y
algunos enemigos verdaderos...
Aún así triunfa.
 
Si eres honesto y franco,
las personas pueden engañarte...
Aún así sé honesto y franco. 
 
 
Lo que tardaste años en construir,
alguien puede destruirlo en un minuto...
Aún así construye.
 
Si tienes paz, y eres feliz,
las personas pueden sentir envidia...
Aún así sé feliz. 
 
El bien que hagas hoy,
puede ser olvidado mañana...
Aún así haz el bien.
 
 
Da al mundo lo mejor de ti,
aunque eso no pueda ser nunca suficiente...
Aún así da lo mejor de ti mismo.
 
Y recuerda que, al fin de cuentas...
Es entre tú y DIOS.
¡Nunca fue entre tú y los demás!
 
Madre Teresa de Calcuta

miércoles, 6 de febrero de 2013

Estrellas de Mar


En ciertos lugares del mundo, existen playas que, después que baja la marea, quedan cubiertas por millones de estrellitas de mar, totalmente indefensas, ya que todavía no han desarrollado su caparazón. Su delicada piel no soporta el calor del sol y terminan muriendo.

Un día, caminando por la playa, reparé en un niño que se agachaba a cada momento, recogía algo de la arena y lo lanzaba al mar. Hacía lo mismo una y otra vez…

Tan pronto como me aproximé, me di cuenta de que el niño recogía a las frágiles estrellitas de mar y una a una las arrojaba de nuevo al mar.



Intrigado, le pregunté por qué estaba haciendo eso y me respondió:
–Estoy devolviendo estas estrellas de mar al agua. Como ves, la marea es baja y si no las arrojo rápido, morirán aquí deshidratadas.
Entiendo, le dije, pero debe haber millones de estrellitas de mar sobre la playa y nunca podrías devolverlas a todas. ¡Son demasiadas! Quizás no te hayas dado cuenta de que esto mismo sucede probablemente en cientos de playas a lo largo de la costa, ¿acaso no estás haciendo algo que no tiene sentido?

El niño sonrió, se inclinó, tomó una estrellita de mar y mientras la lanzaba de vuelta al mar me respondió:
Para ésta sí tuvo sentido… para ésta y ésta también. El hombre sonrió, se inclinó, tomó una estrella de mar, mientras decía y para ésta… y ésta…

 
Otras personas que estaban observando y escuchando lo que sucedía, tomaron la misma actitud. En un momento eran cientos. Se podía escuchar desde lejos como un coro que decía: Y ésta… y ésta…

Cada acto de amor que hagamos a nuestros seres queridos, amigos, compañeros de trabajo, conocidos o no, es una estrellita que devuelves al mar…
 
Sé que en este mundo complicado y materialista, un solo gesto de ternura y solidaridad tal vez no alcance. Pero si nos sumamos, como en la playa, lograremos que millones de almas en este mundo puedan tener una esperanza de vida y vivir en paz en las quietas y plácidas aguas de Dios.


¡¡Por favor ayúdame, hay tantas estrellitas,
que si estoy yo solo, será imposible!!

Fuente: www.reflexionesparaelalma.net

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