viernes, 31 de mayo de 2013

Resentimientos: Reflexión sobre el perdón


Resentimientos

Al tener un resentimiento vamos matando
nuestra semilla de felicidad interna;
La palabra resentimiento viene de re-sentir,
es decir volver a sentir intensamente
una y otra vez aquello que nos dolió;
es como si a diario tomáramos
una cucharadita de veneno
que nos va amargando
y destruyendo por dentro.

Es cierto que perdonar es difícil,
especialmente a nosotros mismos,
nos cuesta trabajo perdonar
nuestros errores y fracasos,
y lo peor es que ese resentimiento
lo proyectamos en los demás
por la vía de la agresividad,
la envidia y el mal humor.

Pero, como dice José Luis Martín Descalzo,
pasarse la vida dándole vueltas
a nuestros propios errores
es señal de un refinadísimo orgullo.
Cuando con serenidad nos aceptamos
a nosotros mismos, y a la vez sabemos
exigirnos y sonreír ante nuestro propio espejo,
ya estamos bien preparados
para perdonar a los demás.
A final de cuentas, perdonar es siempre
la consecuencia de comprender,
y como dice Graham Green,
"si conociéramos el último porqué de las cosas,
tendríamos compasión hasta de las estrellas".

Perdonar a veces sólo requiere
de una percepción distinta, de que veamos
las cosas bajo otro lente: el del otro.

Cuando perdonamos nos quitamos
un gran peso de encima,
nos sentimos más ligeros, libres y,
sobre todo, en paz.
Es como reparar algo que estaba roto,
nos ofrece un nuevo comienzo,
una nueva forma de vivir,
nos vuelve a despertar a la verdad
de nuestra bondad y nos hace
sentirnos dignos de amor.

sábado, 18 de mayo de 2013

No te precipites al tomar una decisión - Reflexión




No lograrás gran cosa para el Señor
si te esfuerzas por hacerlo todo
apoyado en la fuerza carnal y en ti mismo,
en lugar de detenerte y pensar:
"Veamos, Dios, ¿qué quieres Tú que haga?"
 
Uno de los mayores problemas que tenemos

casi todos, es sacar conclusiones precipitadas
y tomar decisiones repentinas e irreflexivas,
sin aguardar al Señor.
 

¡Así que no te precipites a actuar
con tus propias fuerzas,
impacientemente y olvidándote de orar!
¡Busca al Señor!
No saques conclusiones rápidas, pensando:
"Pues claro, es evidente que tenemos que hacer esto".

Pregúntale al Señor y asegúrate primero.
¡Y recuerda que Dios casi nunca está apresurado!
Sus mayores obras toman tiempo.
Dios demora en hacer crecer una flor,
y hasta para pintar un atardecer.
 


Así que cuando no estés convencido de algo,
y no hayas comprobado que sea voluntad de Dios,
lo mejor que puedes hacer es aguardar
a que el Señor te lo revele de alguna manera.

"Espera en el Señor y sé fuerte;

ten valor y espera en el Señor.” (Sal 27, 14)
“Pero los que esperan en el Señor
renuevan sus fuerzas, despliegan alas
como las águilas; corren y no se agotan,

avanzan y no se fatigan.” (Is 40, 31)
 
"Nosotros en cambio, los que hemos creído,
vamos hacia aquel Reposo." (Heb 4, 3)

jueves, 16 de mayo de 2013

Las cosas pasan…



Recuerda que todas las cosas pasan
porque tienen que pasar.
Todo en nuestra vida está relacionado
con aprendizajes y con vivencias.

Todo lo que nos ocurre es necesario
para algo, para que aprendamos algo,
para que experimentemos algo, 
o para permitir que otras cosas
mejores nos sucedan más adelante.

Es difícil poder vislumbrar el bosque completo
cuando estamos debajo de un gran árbol
que crece por encima de nuestra cabeza; 
pero quédate tranquilo, todo llega…

Tarde o temprano las cosas se aclararán 
y entonces podremos comprender cuál era
la necesidad de que las cosas ocurrieran
en el pasado, tal como ocurrieron.

Confía en la sabiduría del Creador
para guiarnos en este plan perfecto
llamado vida, para enfrentarnos
con las situaciones y obstáculos
necesarios para nuestro crecimiento
personal.

Todo ocurre para nuestro bien.
Ten fe y disfruta entonces de la vida, 
tomando de ella lo mejor en cada momento; 
y tratando de reflexionar sobre el porqué
de cada cosa que nos ocurre y de cada
situación con la que nos enfrentamos.

¡Ten confianza y vive hoy feliz!

viernes, 10 de mayo de 2013

Encuentra tu felicidad. Sé humilde y paciente.



Aférrate a tus sueños, y no los abandones jamás. Muéstrale al mundo lo que yo bien sé: ¡Lo maravilloso que eres! Confía en las posibilidades de la vida, y no te apresures a juzgar a los demás. Confía en la estrella que brilla en tu cielo. Encara tus problemas uno por uno para vencerlos. No huyas de aquellos que traen amor a tu vida. 


Mira lo bueno en la vida y no sucumbas en las adversidades. Muéstrate tal como eres, pues tienes cualidades especiales que te han sostenido hasta ahora, y que siempre te sostendrán. No pierdas el valor. Llena tu corazón de felicidad y ¡espárcela en todo lo que hagas! Confía en toda tu fuerza interior que Dios te ha dado. Confíale todo a Dios.







Paciencia es amar a los demás aun cuando te decepcionen y no los comprendas. Es aceptarlos tal como son y perdonarlos por lo que hayan hecho. Paciencia es amarte a ti mismo y darte tiempo para crecer; es hacer cosas que te mantengan sano y feliz; y es saber que mereces lo mejor de la vida y que estás dispuesto a conseguirlo, sin importar cuánto tiempo sea necesario.


Toma la costumbre de alegrarte cuando se te presente una ocasión de practicar la humildad o ejercitar la paciencia. Es totalmente superfluo querer crear estas situaciones, porque podrías caer en lo artificial y perderte en la complacencia por tu virtud. Ten la seguridad de que encontrarás tantas ocasiones de humillarte y ser paciente como sean necesarias, y serán exactamente las que te hagan falta. Si adviertes que has dejado escapar alguna, repróchate esta negligencia, porque has actuado como el marino inexperto que no supo aprovechar el viento favorable.


La paciencia es una madurez. Presupone virtudes tan sólidas como la humildad y la fe en Dios. Conseguirás la paciencia meditando en Jesús bondadoso, sufrido, servicial, y suplicándole vuelva tu corazón a semejanza del suyo, manso y humilde. Que el Señor te ayude a dar pasos para crecer en estas virtudes tan necesarias.
Padre Natalio

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