lunes, 11 de noviembre de 2013

No me digas adiós ante la muerte de un ser querido

 
No me digas adiós, sino hasta luego
Dios determinó que en el cielo estoy mejor.
 
No me digas adiós, sino hasta luego
tuve que partir a un lugar donde no voy a sufrir.
 
No me digas adiós, sino hasta luego
No te preocupes más por mí
Porque donde estoy espero por ti.
 
No me digas adiós sino hasta luego
No tengas miedo de morir
No tengas miedo
Y aunque tenga que alejarme
Será por solo un momento
Porque yo estaré esperándote en el cielo. 
 
Samuel Hernández

miércoles, 6 de noviembre de 2013

QUÉ POBRES QUE SOMOS

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Una vez, un padre de una familia acaudalada llevó a su hijo a un viaje por el campo con el firme propósito de que su hijo viera cuan pobres eran las gentes del campo. 
Estuvieron por espacio de un día y una noche completos en una granja de una familia campesina muy humilde.
 
Al concluir el viaje y de regreso a casa el padre le pregunta a su hijo:
-Qué te pareció el viaje?
-Muy bonito Papá!
-Viste que tan pobre puede ser la gente?
-Sí!
-Y que aprendiste?
-Vi que nosotros tenemos un perro en casa, ellos tienen cuatro. Nosotros tenemos una alberca que llega de una barda a la mitad del jardín, ellos tienen un arroyo que no tiene fin. Nosotros tenemos unas lámparas importadas en el patio, ellos tienen las estrellas. El patio llega hasta la barda de la casa, ellos tienen todo un horizonte de patio.
Al terminar el relato, el padre se quedó mudo....y su hijo agregó:
 
-Gracias Papá por enseñarme lo pobre que somos!
 
Fuente: http://blogcatolicogotitasespirituales.blogspot.com.es/

Sólo queda lo que damos

 
Sólo nos acariciará,
el amor que prodigamos.

Sólo nos alegrará,
la sonrisa que regalemos.

Sólo nos refrescará,
el agua que juntos bebimos.

Sólo nos alimentará,
el pan que compartimos.

Sólo nos cubrirá,
el vestido con que al prójimo arropamos.

Sólo nos descansará,
el cansancio del peregrino que hospedamos.

Sólo nos consolará,
la palabra con que reconfortamos.

Sólo nos guiará,
la verdad que proclamamos.

Sólo nos sanará,
el consuelo del enfermo que visitamos.

Sólo nos librará,
el peso que de muchos hombros quitamos.

Sólo nos dará paz,
la ofensa que perdonamos.

Sólo hará renacer la esperanza,
la mirada que al cielo dirigimos
y las manos con que abrazamos.

Sólo nos conducirá a la VIDA,
la confianza que en DIOS depositamos.

Que tu FE sea grande y convencida para que,
al final, recojas lo que crees.

Para que nuestra herencia
cuando nos vayamos de este mundo sea grande,
todo depende de lo que hayamos dado.
 
Eso quedará en los corazones de muchos
y será un legado de amor.

Así que siembra para que mañana cuando DIOS recoja,
piense en ti y te diga que cumpliste tu labor.

El cielo se conquista con el hoy.

Que este tiempo de Adviento sea para ti,
un tiempo de amor, alegría, esperanza,
donación incondicional a todos los que viven a tu lado.

DIOS, está llegando, y quiere hacer morada en tu corazón,
preparemos juntos el camino al Señor.
 
Me lo ha enviado el autor de la maravilla de blog:
http://santamariadebaionadiocesistuy-vigo.blogspot.com.es/

lunes, 4 de noviembre de 2013

Tuyo es el cielo

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Un hombre mientras caminaba por el bosque, encontró un aguilucho.
Se lo llevó a su casa y lo puso en su corral. Allí aprendió a comer
la misma comida que los pollos y a conducirse como éstos.
Un día, un naturalista le preguntó al propietario por qué un águila
tenía que permanecer encerrada en el corral con los pollos.
 
Como le ha dado la misma comida que a los pollos y le he enseñado
a ser como un pollo, nunca ha aprendido a volar, respondió el propietario.
Se conduce como los pollos.
 
Sin embargo, insistió el naturalista, tiene corazón de águila
y con toda seguridad, se le puede enseñar a volar.
 
Los dos hombres convinieron en averiguar si era posible
que el águila volara. El naturalista la tomó en sus brazos suavemente
y le dijo: “Tú perteneces al cielo, no a la tierra. Abre las alas y vuela”.
 
El águila sin embargo, estaba confusa; no sabía qué era y,
al ver a los pollos comiendo, saltó y se reunió con ellos de nuevo.
 
 
Sin desanimarse, el naturalista llevó al águila al tejado de la casa
y le animó diciéndole: “Eres un águila. Abre las alas y vuela”.
Pero el águila tenía miedo y saltó una vez más en busca
de la comida de los pollos.
 
El naturalista el tercer día, sacó el águila del corral y la llevó
a una montaña. Una vez allí, alzó al rey de las aves y le animó diciendo:
“Eres un águila. Eres un águila. Abre las alas y vuela”.
 
El águila miró alrededor, pero siguió sin volar. Entonces, el naturalista
la levantó directamente hacia el sol; el águila empezó a temblar,
a abrir lentamente las alas y, finalmente con un grito triunfante,
voló alejándose en el cielo.
 
Que nadie sepa, el águila nunca ha vuelto a vivir vida de pollo.
Siempre fue un águila, pese a que fue mantenida y domesticada
como un pollo.
 
(James Aggrey)
 
“Tú perteneces al cielo, no a la tierra. Abre las alas y vuela”. 
            
Era la primera vez que oía estas palabras aquel aguilucho
que toda la vida había vivido como un pollo.
Él tenía corazón y alas de águila, pero no lo sabía, porque
desde pequeño había vivido como pollo y nadie le había
infundido corazón de águila. Hasta que un día llegó alguien
que le animó a volar y … todo resultó fácil.
 
El cristiano es ciudadano del cielo. Tiene corazón de cielo,
pero muchas veces se ha acostumbrado a las cosas de la tierra.
Tanto se le ha pegado el polvo del camino, que se ha olvidado
de que existe otra patria, la definitiva. Por eso necesita de alguien
que le ayude a educar el corazón, para que éste pueda amar
y dejarse guiar por la luz divina.
 
Soñar con Dios
 
“Siempre ande deseando a Dios y aficionando a Él su corazón”,
decía San Juan de la Cruz. Del deseo brota el amor, y según
sea el amor, así crecerá el cuidado y la dedicación por lo que se ama.
Y si se busca y se ama a Dios, todas las otras necesidades pasarán
a un segundo plano.
 
Para amar a Dios se necesita dejar a un lado lo que va en contra
de ese amor, pues “los bienes inmensos de Dios no caben ni caen
sino en corazón vacío y solitario” (San Juan de la Cruz, Carta a Leonor
de San Gabriel, de 8 de Julio de 1589).
 
“Tú perteneces al cielo, no a la tierra.” Abre tu corazón al Señor y vuela.
Todos hemos sido creados para volar, para dar un salto más alto,
más bajo, con más o menos miedo, porque se nos ha dado
un corazón para volar.
 
P. Eusebio Gómez Navarro OCD

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